Hoy actualizo para recomendaros una exposición fotográfica que podemos disfrutar a día de hoy en la capital, JUSTICIA ALIMENTARIA: SEMBRANDO
ESPERANZA. En esta
exposición, que podemos encontrar en Caixa Forum Madrid, descubrimos, a través
de fotografías, la dificultad para
distribuir y acceder a los alimentos a nivel global.
Para ello, Pep Bonet hace uso del fotoperiodismo como instrumento para combatir
este difícil acceso a alimentos en comunidades rurales de Bolivia y Tanzania. Esta
exposición nos recuerda que a día de hoy con los alimentos que se producen en
nuestro planeta se podría dar de comer a todo el mundo, y a pesar de ello no
tienen que llevarse a la boca 1000 millones de habitantes.
Antes de
comentar qué nos podemos encontrar a lo largo de la muestra fotográfica, cabe
resaltar la importancia de Pep Bonet, el responsable de todo ello. Este fotógrafo trata de mostrarnos a través
de sus experiencias y múltiples viajes el mundo desequilibrado en el que nos
encontramos. Su trabajo consiste al fin y al cabo en capturar momentos
profundos que nos muestran esta desigualdad y que muchas veces no somos capaces
de apreciar. Ha ganado varios premios World Press Photo por obras como
“identidad forzada” o “liga en Sierra Leona”. Entre otros premios en
2004 fue nombrado como el mejor fotógrafo de prensa por la Fundación Luchetta
en Triesta.
Si
observamos el contexto de los trabajos de Pep Bonet observamos como la lucha
por fotografiar escenas de denuncia social en países poco desarrollados está
latente en sus obras, tratando de impactar a su público sobre las injusticias
cometidas alrededor del planeta. Entre las temáticas que ha abordado a lo largo
de su trayectoria destacan las fotografías del equipo de futbol de amputados de
guerra de Freetown, la plasticidad sobre transexuales que se dedican a la prostitución
en Honduras, la vida y esperanzas de los huérfanos de Swazilandia o el retrato
de la vida y la muerte entre la anarquía y el caos de Somalia entre otros. En
esta exposición podemos destacar la temática de la ecología, la etnografía y la
injusticia por la mala distribución de los alimentos.
Las imágenes que encontramos corresponden a una historia
visual, donde se nos brinda la oportunidad de observar de cerca a una persona o
un acontecimiento mediante el fotoperiodismo. El autor se limita de este modo a
mostrar sucesos y situaciones donde lo que importa es el “qué”, en un lugar y
tiempo determinado.
Pep Bonet consigue
que nos teletransportemos a los dos países sobre los que versa la muestra
fotográfica, haciendo que nos pongamos en la piel de los protagonistas que
viven en situaciones difíciles, donde la dificultad por conseguir alimento está
presente a lo largo de toda la exposición. Si analizamos una a una las
fotografías de esta muestra vemos como el autor pretende acercarnos la realidad
de estos pueblos no mostrando hechos aislados y puntuales, sino el día a día de
ellos, el quehacer diario que llevan a cabo para salir adelante.
A través de
instantáneas se logra transmitir la historia de productores que pese a no
disponer de muchos recursos consiguen sacarles el mayor provecho, organizándose
y mejorando lo poco que poseen. Para
ello intentan optimizar el riego, llevar a cabo una mejor conservación del
grano o exigir unos precios que se adecuen a su manera de vivir. Lo que se
pretende, y a mi parecer se consigue, es representar la realidad de estos
pequeños productores de países de renta baja, que viven en un ambiente de
hambre y pobreza pero que son necesarios para el devenir de la alimentación en
el mundo.
Algunos de
los datos relevantes acerca del día a
día de los habitantes tanto de Bolivia como de Tanzania para acceder a los
alimentos son los siguientes: en Bolivia, por ejemplo, muchas de las
comunidades indígenas viven en zonas con difícil acceso, aisladas, donde
resulta muy complicado conseguir comida, sobretodo en épocas en las que la
lluvia lo cubre todo. Por otro lado en Tanzania se destaca el uso de nuevas
técnicas que ayudan a conservar la fertilidad del suelo, así como la protección
contra la erosión. Asimismo, los habitantes intentan organizarse en pequeños
grupos especializados en la producción de cierto alimento de manera que se
aumente la productividad y así se atraiga a grandes compradores que requieren
un servicio de confianza.
Otro de los
rasgos que se señala es la creación de Bancos de Cereales, mediante los cuales
se lleva a cabo el almacenamiento de excedentes, gracias al cual se garantiza
que en el momento que la cosecha sea mala se pueda recurrir a ellos. A lo largo
de la exposición podemos ver como cada familia intenta buscar la forma más
acertada para salir adelante, desde el cultivo de plátanos, maíz, yuca y cacao,
hasta la producción de pollos, pasando por la cría de animales domésticos, de
la caza o de la pesca.
El fotógrafo
no solo muestra una imagen sino que pone cara, nombre y apellidos a estas
personas que viven en países vulnerables y que intentan sacar el mayor provecho
de los pocos recursos de los que disponen. Para ejemplificar lo que he dicho
voy a tomar un caso concreto: el de Luis Alberto Galindo (imagen de abajo), un
boliviano encargado de llevar la cosecha al mercado a través de su motocicleta.
Una manera que tiene Luis Alberto de obtener ingresos extras es mediante la
diversificación de cosechas, introduciendo mejoras en las formas de cultivo,
generando así los excedentes que al venderse se convierten en dichos ingresos
extras.
El fotógrafo
no capta de manera exclusiva al personaje sobre el que habla, sino que lo sitúa
en un paraje, destacando la frondosidad y el tono intenso y verdoso de la
hierba. Los protagonistas se sitúan en el centro de la imagen cobrando así
mayor relevancia. Se nos muestra en la instantánea la dificultad para acceder
al alimento, donde lejos de una carretera bien asfaltada nos encontramos con un
camino irregular y de difícil paso. El autor ha decidido captar justo el
momento en el que la motocicleta atraviesa un charco de barro, representando
así las circunstancias a las que se tiene que enfrentar Luis Alberto para
transportar la cosecha.
En definitiva la exposición nos ayuda a abrir
los ojos y a descubrir de primera mano cómo es la vida en estas comunidades
rurales, dándonos cuenta de lo complicado que es acceder al alimento. Destaca
el esfuerzo de los habitantes por mejorar las técnicas y el trabajo que ello
conlleva, con el fin de erradicar los problemas de alimentación y mejorar así
sus condiciones de vida. Podemos señalar también un intento por luchar contra
la amenaza del cambio climático y el autodestructivo sistema de producción y
comercio capitalista.
Se trata de,
como bien dice el título de la exposición, sembrar esperanza, encender el motor
que mueve al mundo y hacer hincapié en que no está todo perdido. Es un ejemplo
de superación y de voluntad por parte de estas personas que día a día se ocupan
de sacar el mayor partido y beneficio a los pocos elementos de los que
disponen, y así lo vemos a lo largo de todas estas muestras fotográficas.
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